Ya está, gritá fuerte

Estuve todo el partido presintiendo un gol en la hora.

No llueve pero somos nosotros ahora los que estamos empapados de ansiedad esperando ese gol que nos de la tranquilidad.

Pasa el primer tiempo y la especulación empieza a rondar. Hay una de peligro enfrente de mí sobre el arco de la Abdón, pero el golero y su humanidad dan respiro.

Ellos no se arriesgaron demasiado y nosotros lo intentamos pero no llegaba.

“Ahora en el segundo se nos van a venir”  escucho decir. “Tenemos un buen circuito, nos falta embocarla en el arco”, también se oye.

Hay un tiro libre peligroso para ellos. No quiero ver y entrecierro los ojos y veo un señor más abajo con las manos en la cara. La atajada se grita como un gol.

Un nene pregunta: ¿Papá cuánto falta? “Una vida”, le responde su padre.

Hay un posible penal que parece, pero no sé. Vaya por los tantos que no nos han cobrado y la injusticia del partido de ida.

La imagen del gol en la hora me sigue rondando. Ellos quedan con diez y nosotros nos apropiamos entonces del juego pero el gol no llegaba. Allá sobre la Scarone no quiero mirar el córner.

El reloj corría pero no tengo idea de cuánto falta, no quiero mirar.

Tenemos una ahí y la gente se agarra la cabeza. El mate está suspendido porque no pasa por la garganta. ¡Cinco minutos! Más que una vida, es una eternidad lo que anuncian los números del cartel luminoso.

¿Cuánto falta papá? “No tengo idea, quedará un minuto”. El presentimiento del minuto final me ronda de nuevo. “No la pierdan”, grita alguien a mi derecha pero como rezando.

Es la última casi, pase al medio, la veo entrar al arco despacio casi como en cámara lenta. Nos levantamos todos como resorte, cantamos, aplaudimos, y el presentimiento que era una espada de Damocles se vuelve alegría, afloje y disfrute.

Ya está nene, ya está, gritá fuerte: ¡Nacional nomá!

Cecilia810