Por Recibimos y publicamos
23 Ene 2014
Cecilia

“Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad.” dijo una vez el escritor francés Montesquieu.

Cuando se intenta describir en una crónica los momentos vividos en un partido de fútbol, las circunstancias del mismo, su mayor o menor importancia, el lugar desde donde se ve y hasta el estado de ánimo de quien escribe hacen que el raconto sea distinto cada vez.

Si a eso le sumamos que los acontecimientos acaecidos desde el lunes cuando faltaban pocos minutos para el final en un clásico que pintaba para fiesta y desembocó en lo que desembocó, decir que el partido de ayer fue un partido “raro” no es novedad. Todos los sentimos así.

Por lo tanto la visión de ayer también fue rara.

Una mezcla de satisfacción por el triunfo y de desazón por saber que a pocas horas de comenzar las que “duelen”   la mano viene complicada.

No entraré a hacer juzgamientos ya innecesarios y repetitivos. Lo que está hecho, hecho está. Y si hay un dictamen dado  por más que a mí me parezca ridículamente exagerado y crea a ciencia cierta que no va a cambiar en nada lo que a futuro pueda pasar de nuevo en un campo de juego, habrá que aceptarlo.

Porque estos  remiendos apurados no tapan el monumental agujero que se extiende cada vez más.

Y el agujero no es a causa del fútbol.

En medio del partido me distraigo con un grupo de entusiastas niños que corren por entre los asientos enfundados en camisetas de futbol y se abalanzan hacia alguno de los jugadores que están en la platea, cámara en mano en busca de una foto o en busca de la firma en la camiseta.  

Después de logrado su objetivo, se acomodan frente al foso detrás del banco de suplentes , cantan las canciones de la hinchada, alientan  y cuando intentan subirse a la baranda un policía se acerca y les ordena bajar.

No quieren que caigan al foso y se lastimen, presumo. 

Tarea difícil y constante será  para esta sociedad toda hacer que esos niños no caigan en otros fosos cada vez más profusos y peligrosos.

Cecilia810


Cecilia 810

Cecilia es la lectura más esperada después de cada partido. Un bálsamo en los momentos difíciles y un tónico para acompañar la euforia




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